miércoles, 30 de septiembre de 2009

Es solo una cuestión de actitud


¿Ser o no ser? Tan banal como antiguo. Casi una frase que se ha depositado en los grandes escritos como un lugar común. Tácitamente se ha pedido que se extraiga verdaderamente de cualquier manuscrito. Pero Shakespeare (obviamente) no pudo haberle errado del todo a la cuestión. Porque definitivamente esa dicotomía es lo que te transforma en protagonista. Que palabra trillada, cargada de un histrionismo futbolero que invita por lo menos al análisis cuando se la requiere. Y siempre que se hable de Quilmes en el Nacional B, aparecerá en todas sus versiones y será requerida por el hincha. Afuera o en el Centenario, nada importa si el final no lo ve feliz al conjunto conducido en estas circunstancias por José María Bianco. Que no es un dato menor, porque definitivamente el entrenador va de la mano del preconcepto de hombre que no arriesga. Un prejuicio tan cafeteril como respetado, pero que no puede escindirse de las nuevas líneas de teléfonos transformadas en esquemas que delimitan cuán macho sos: 3-1-4-2, 4-4-2 o 3-4-1-2, dibujos que ha utilizado desde el vamos el Chaucha. Con los tres ha obtenido resultados que se entrecruzaron, coincidentes. El tema pasa por el arriesgue, por la esencia que extractó en ese match. El empate de Bahía pudo ser victoria, fue con enlace definido, con una dupla aceptada por el clamor popular. La derrota en Rafaela, con piernas de entrecruce en el medio, con poco lugar para la finta fue casi inquisitoria. Allí todos los cartuchos apuntados por lo que se creyó que nunca pudo haber sido tres puntos con el a priori esquema conservador. Paradojicamente, frente a los santafesinos me ha quedado el sabor de que salvo la bella suerte que viene acompañando a Gigli, Rafaela no hubiese encontrado nunca el desnivel. Quilmes tuvo más chances de gol incluso ante los de Trullet que frente a Olimpo me atrevería a decir. Aunque lo que se pone de manifiesto es la actitud y ese item, en el segundo tiempo ante el Aurinegro, mostró gestos de grandeza. Pero, en el medio de esta trifulca actitudinal, la vuelta del creador definido ante los de San Juan fue ese refresh de paladar con el “viste que no era tan difícil”. El inmediato empate en Bahía, con expulsión de Cerro y el reacomodamiento de dos poker de jugadores por línea y un solitario Gutiérrez tuvieron un tinte distinto. Sustentado en… Dos goles, en el feeling de dos viejos conocidos como Carrasco y Lentini, en un buen complemento. Pero con empate al fin y al cabo. Aunque la impresión fue otra, claro. Había enganche. Quilmes me gustó menos que en otras ocasiones, no entendí a qué jugó en el primer tiempo, con la plusvalía de un gol desde el lobby del hotel y el consecuente desmembre mental del rival. Quilmes no supo jugar con esa ventaja. Ventaja enorme en este fútbol difícil. Sí, claro, hay un rival, que encima es local, pero quedó sabor a poco. A que ese primer tiempo daba para otra cosa. No pudo trasformar el protagonismo implícito del local en energía negativa. De ahí que Olimpo llegó finalmente al empate tras buscarlo con ansias desde los pies de Rolle y Concistre, y la cabeza del faro Delorte. Unos gritos de Bianco envalentonaron a la tropa que en el complemento mostró la actitud requerida, la que hubiese incrementado la canasta en el inicio y trocado las canas blancas de Omar De Felipe por verdes. Pero no, ya era tarde más allá del enorme paisaje del gol en dos toques de Lentini y Carrasco, quien sin filtro aviso que al bulto no define. Cuánta razón, exquisito beso a la red del palo más lejano del afable Tombolini. Rolle duplicó, esta vez con un exquisito remate desde afuera del área. La carabela de Shakespeare no habla, solo la mente recupera instantáneamente esa frase que aturde entre ¿ser o no ser? La cuestión tiene respuesta en los viejos libros adoradores de polvo no en las modernas normas. A Quilmes le falta el convencimiento del protagonismo tácito que la historia le demanda en cada partido que juegue en la segunda categoría del fútbol vernáculo. Sería una verdadera novela trágica no darse cuenta de ésto cuando hay tanta linda pluma para escribir bellos poemas. ¿Ser o no ser? Lo bueno es entender que tampoco es una publicidad de yogurt con poca azúcar, sino una cuestión de actitud, como dice Fito.

sábado, 26 de septiembre de 2009

King Gol


Los nenes siempre tienen una única galletita para jugar, las madres nunca se las reemplazan. La sacan a pasear, la someten a una autopsia antes de ser devorada. Solo una, no hay mas, pero vaya si dura. Al 9 le dan una, pero con ella debe durar, o mejor dicho, hacerla durar. King Kong. Un milimétrico pase, una estocada de las deliciosas, la puerta del señor López, la puerta a la victoria. Ramón Lentini, San Ramón del área, y ese único bocado para embucharse al puntero, para bajarlo, para deleitar a la gente, para empalagar a la masa. Quilmes, en nueva posición expectante, derruyendo el Apocalipsis, el deportivo ganar siempre. Con la paciencia en breve exposición de robarle cartel a la locura, Quilmes fue. Lo que Bianco vio, no lo vio Hrabina. Lo que ayer me mato, hoy me fortaleció. Porque la encrucijada de piernas en la cancha de Rafaela, en el mediocampo, disfuncionando a un equipo que venía comenzando a leer la misma partitura terminó revalidando un viejo axioma del fútbol que reza que “cuando vas a buscar el empate, perdes…”. Quique, no miraste el video, por eso el axioma te paso por encima. Quilmes te demolió en el segundo tiempo, aunque tampoco el primer tiempo estaba jugando a tu favor. No se veía venir, pero se podía intuir que si había un ganador sería el conjunto de Bianco. Lo del puntero, cosas de Becerra, Sparapani en busca del eslabón perdido; Tonelotto. Cuando heterogeneizas aquello que otrora habías conseguido, te pasa lo que le ocurrió a Quilmes ante los de Trullet y lo de San Juan en el Centenario.
La victoria lo condiciona a Bianco, para bien, pero juega condicionante para a ir a buscar de a tres en Bahía Blanca. Hay motivos para creer que la especulación deberá quedar para aquellos que no pelean. Para aquellos que solo se conforman con un pedazo de la galletita. Bianco transformó este equipo en un bastión comunista, de Martillo y Hoz. Todos para todos, todos son lo mismo. Los del fondo para arrastrar cual crupier cualquier fichita de relevancia que quiera poner en jaque a la banca. Los del medio escoltados por Guzmán y Cerro, un mix de mameluco mecánico y terciopelo. Para romper y jugar, para desarmar y neutralizar. Los dos velocistas por las bandas con el viejo Corvalán y sus casi 300 partidos con la casa de Quilmes y el prolijo Seri de andar y trajinar. Se perfila Carrasco, que no logra concretar esa seguidilla de partidos que le aseguren un puesto, pero que aterrizó en el complemento para que no lo saquen mas. King Gol y esa galletita. Le dieron una y se la devoró. Le alcanza por ahora. Tuvo una y se los embuchó. A los Nueve no se los discute porque te tiran con la estadística y te dejan con la boca abierta. Además, te roban la galletita…

martes, 1 de septiembre de 2009

Quilmes se sacó el pozo


No no, tranquilo, no hubo actos beligerantes ni tampoco tiene que ver con una remake del combate del 11 de junio de 1826 entre las provincias Unidas del Río de la Plata y el Imperio de Brasil, en la zona de mayor profundidad de Buenos Aires, derivación instantánea del nombre combate. Muchos años adelante, en Pilar, mucho pozo, cantidades excedentes de matas de pasto, de poco fútbol…
Pequeñas sociedades de difícil conformación es lo que padece Quilmes, de ahí que se desprende la falencia del equipo a la hora de marcar, tras casi dos meses de trabajo por razones que todos ya conocen. Ante la carencia del juego asociado, fundamental a la hora de poner dos volantes centrales y dos por los costados, la pelota parada o los tiros de media distancia (las vías del gol cervecero) se transforman en el punto medular a la hora de cosechar de a tres. Pero en la mísera ¿cancha? de Fénix, poco se le puede pedir a la conformación de SA. Zurda exquisita, de esas que acarician la bola y le ponen el GPS a fondo; la picara vence a Armani y se enrosca en la red, cueva de arañas. Perfecto debut desde el arranque de Matías Di Gregorio, el que más había insinuado por la banda, el dueño del manual del carrilero pero robándole unas hojas al manual del estratega, por que sí, el Tanito no solo leyó como jugar el encuentro por la banda sino también un par de cortados hacia el centro para generar algo de fútbol. Un atrevido en medio de matas de pasto, césped cortado a cuchilla y pozos de todas las proporciones. Ante la carencia de juego de Miguel López, en una posición que lo incomoda, que no le permite fluir en su juego, que anula sus dotes de prestidigitador, las chances de seguir jugando como titular son más difíciles que Fénix transforme en un billar su cancha. Pero no hay que caerle a López por que muestra frescura y se candidatea como el refresh de un equipo al que le falta brillo.
Más allá de la victoria y del esquema, atenti señores a la entrada de Córdoba, enlace genuino y de visión 3D a la hora de jugar y hacer jugar. Toque hacia los costados y fintas de asistencias, que no es lo mismo que dar un pase. La defensa sale de memoria como el preámbulo de la constitución y en ese juego de memoria, se entiendan y se alimentan en el sacrificio. Puntazo de Bianco a la hora de encontrar 4 lugartenientes para la causa robo. Los alfiles del medio siguen la misma postura del poker del fondo, se candidateó Di Gregorio como volante izquierdo en un sector otrora acéfalo y a seguir buscando la dupla adelante. Poco juego de Narvay a contraposición del enorme despliegue de Leopoldo Gutiérrez. Un partido de sacrificio de ABC de primer defensor, de pelear todas en busca de que le quede una. Lindo juego de pelea ya que el aporte de Sava será más que significativo. A la espera de que los once salgan como el preámbulo de la constitución, Quilmes sumó de a tres en una cancha que atenta contra las buenas costumbres del fútbol. Tano Tano Tano Tano bonito Tano eh...