domingo, 18 de octubre de 2009

Que paquete...


A este Quilmes le esta faltando el efecto bizcocho de grasa, ese efecto que te produce que al comer uno te devores todo el paquete, que puede ser de 200 gramos o de medio kilo. Da lo mismo, cuando hincaste la mano en la bolsa sabes que hasta que el último no haya entrado en tu boca, nada cuenta. Transpolado al fútbol que practica La Holanda del 74, versión remera blanca o azul, versión jugadores propios, versión coach, la plata no da ni para el paquete. Primer avance, vamos a por todo, pero no, a veces porque no hay una primera vez o por que las líneas se quedan con sed tras el primer bocado de ese bizcocho con alo de saciedad. No hay contagio, no hay ataque, no hay dolor, comentó alguna vez Marcelo Bielsa. La alternativa del ganar a cualquier modo trae como colación que ante este tipo de circunstancias como lo es empatar frente a un candidato como Instituto, mezquino de goles pero con una idea táctica precisa, la resultante sea una producción que no empalague al hincha. Es más, que lo deje vacío tras diez fechas jugadas. Quilmes ha perdido la solidez defensiva, factotum principal de Bianco. El sábado fue una invitación al juego de un crack como Román Díaz. Crack con todas las letras, por más plástico que sangre que lleve en su cuerpo. Bueno, en ese desbarajuste, Di Gregorio pagó desconcierto por vestuario y los segundos 45 minutos los vio desde el banco. Adentro Miguel López para buscar sociedades. La AFIP esta cerrada, no era día de inscripción. Nada. Y Bianco paga con sus errores los puntos perdidos porque el doble cinco (que los dos volantes que elija jueguen tres partidos seguidos) ha perdido la señal, el GPS no funciona. No hay corte ni tampoco bolas rápidas. Se hace lento el juego por ese sector. Como un letargo. Quilmes depende entonces de arrestos individuales para ganar los partidos y entonces así comienza la descripción de los puntos obtenidos hasta el momento: frente a Merlo un hermoso tiro libre de Di Gregorio. Lo mismo que ante Italiano con el bombazo desde 30 metros de Diego Cardozo. En Bahía hubo una gran producción en la segunda mitad, lo mismo que frente a San Juan, con Lentini como protagonista en la foto de los tres goles. Un cúmulo de situaciones individuales para sumar. Lo mismo que ante Instituto en el mejor partido de Lentini con la convicción de que se podía ganar. Y con un Tripodi evitando todo. El único partido de alto valor de bolas bien jugadas fue ante Aldosivi. Enorme producción colectiva con un 2-0 que le quedó chico al partido. La resultante es más que obvia entonces, pero este Quilmes del presente está lejos de poder comprar el paquete. Porque Seri es el mejor lateral derecho que ha encontrado Bianco, no siente que tiene la libertad para trepar. Entonces parecerse a Jota Jota López le queda a KM. No hay un volante que llegue hasta el fondo y meta un centro con rosca. No hay vértigo en ofensiva, desequilibrio que le permita al equipo tentar al hincha. Quizá la inclusión de Sava para acompañar a Lentini sea una alternativa potable, por esto de que el Colorado hace perfecto el trabajo de aguantar y jugar de espaldas, pero llegue dos segundos tarde a la culminación de la jugada. Porque si nos aferramos a lo que pueda dar un segundo punta en su función de desequilibrio, hoy tanto Carrasco como Narvay lejos están de poder cumplirla.
Debe ser un momento de autocrítica y de entender que Quilmes avanza en bloque, sin picardía y todo lo transforma en previsible. Pero los 16 puntos avalan al entrenador y los jugadores. Pero la conformidad un día se acaba y si solo te conformas con dos biscochos y no vas por todo el paquete, a Italiano (último y desahuciado) le ganas pero frente a un rival serio, solo le robas un empate (por obra y gracia de Savino).

No hay comentarios: